viernes, 10 de diciembre de 2010

Hallazgo

Conseguí un Gameboy. No un Gameboy Color, ni Slim, ni Advance.
Un fucking GAMEBOY de 20 años de antigüedad.

Un fucking Gameboy

Tiene sonido, inclusive (tenía uno slim negro que perdió la capacidad de emitir sonidos a una temprana edad). De momento tengo el Tamagotchi, Pokemon Yellow y un Heroes of Might and Magic (que es Color, así que no sirve para un carajo).
Prender el bicho, cargar el save de PY y ver que tengo un Charizard y un Blastoise en nivel 60 me trajo tanta alegría que cuesta ponerla en palabras acá. Ahora tengo que ver de dónde mierda saco un adaptador para enchufarlo a la corriente, porque el burro come de a 4 pilas AA y yo tengo que seguir comprando comida, por ejemplo.

Metz, out.

martes, 7 de diciembre de 2010

GT5 y el cierre del año.

Se termina el año y ya todo el mundo está hablando de qué consola fue la mejor durante los 365 días que pasaron. Ese tipo de cosas me parece una forrada, el tema de la comparación por competencia digo. Igual, es muy difícil no comprar, es cierto. Si tengo que hablar de eso, diría que Microsoft sacó el Kinect cerrando el año y eso le dio guita, pero a nivel juegos, la verdad que no hizo un carajo durante los últimos 6 meses. O sea, Mass Effect 2, golazo de mitad de cancha, pero ahí murió -sin contar Halo: Reach, me olvidaba-. Después Nintendo sacó joyas todo el año: Super Mario Gayness 2, Kirby, Metroid, DK... Si había un año para tener una Wii, fue este que se nos va. Por el lado de Sony (yo soy poseedor de una PS3) de enero hasta junio fue una locura, Heavy Rain por acá, God of War por allá, ModNation Racers y toda la bola. Después se pinchó todo, se retrasaron títulos y cerró en (nivel)cero, exceptuando el chupetín-Move.

Pero la desilusión LEJOS fue el Gran Turismo 5. Salió después de FOREVER, y todos esperábamos que luego de esa espera interminable arrasara con todo lo conocido hasta la fecha en materia de automóviles, y no. Le dieron con un ñoca al principio. De a poco las reviews se fueron emparejando (todavía no jugué, aclaro) pero de todas maneras no cumplió el papel que la compañía pensó para él.

A la larga, recuerdo el 2009 con mucho más cariño que el 2010, y no puedo esperar a la lineup de lso primeros meses del 11. Espero que cierre con un poco más de potencia que su antecesor (por mucho que mi bolsillo lo sienta).


Metz, out.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Carta Abierta a Adrián Suar


Querido Adrián Suar:

Se me acaba de ocurrir una idea buenísima para una serie de televisión onda “Gasoleros” o “Campeones” o como fuese que se llamara esa donde Mariano Martínez era un ciego. Esas cosas que tanto te gustan y que hacés con Pol-Ka, “unitarios” creo que les dicen, aunque eso a mí esa palabra me remonta a una época muy rosista y creo que estarás de acuerdo conmigo en que el pasado ya fue y lo nuevo es el Facebook y el Twitter y eso, la red social y el qué sé yo y Google y los rayos láser. Bueno, mi idea tiene un componente que es onda así, re social y dos punto cero. Pero lo importante es lo importante, es lo esencial: se trata de una serie sobre la familia. Ah, pero vos me dirás “yo sé todo sobre la familia” porque al fin y al cabo si hay algo que aparezca en tus series es eso: la familia. Básicamente, es lo único sobre lo que hacés series. Son programas sobre familias, que después lo mira la familia. Lógico. El problema es que tus familias son anticuadas y mi idea tiene factores que capaz no llegaste a tener en consideración todavía. En primer lugar, porque sos más viejo que yo. En segundo lugar, porque sos judío. Y en tercer lugar, porque sos amigo de Grupo Clarín que le debe mucha plata al gobierno (creo) y entonces capaz que vos no podés aprovechar ideas buenas que se les ocurren a los del gobierno, porque estás peleado, ¿viste? Y yo sé que cuando estás peleado con alguien todo lo que te diga te parece una mierda. Bueno, yo no soy kirchnerista ni gubernamental, me considero más bien un alma libre, individualista, egoísta, desinteresado del resto de los seres humanos, un megalómano según mi psiquiatra, pero ese no es el punto. El punto es que desde mi neutralidad voy a tomar un tema puesto en boga por el gobierno y transformarlo en la mejor serie de los últimos tiempos hecha para familias actuales, involucradas en la trama de la red social 2.0. Estoy hablando de la homosexualidad. Sí, en estos tiempos dónde la cámara de Senadores aprobó el proyecto de matrimonio igualitario para las personas adultas con todo tipo de sexualidad entre personas adultas menos poligámica, eh, me pierdo en mis palabras, pero ya retomo, en estos tiempos, a la tele le hace falta que tratemos el tema seriamente. Porque yo veo tu Canal 12, o 13 según tu difusor de cable local. No sé cuál tenés vos. ¿Multicanal? ¿Sigue existiendo? Bue, la cuestión es que vos no ves el tema de la homosexualidad tratado seriamente o desde una perspectiva familiar. Lo que ves es “Bailando por un Sueño” donde hay personajes de sexualidad ambigua. Pero son personajes degradados per sé a un nivel moral y humano y entonces se utiliza ese juego de no saber con quién quiere tener relaciones como para hundirlos más en la oscuridad tempestuosa de sus almas. Y para colmo, no se sabe si es ficción o qué carajos. Y después, la homosexualidad tratada efectivamente como ficción, no la veo por ningún lado. Me acuerdo de “Los Roldán” que Goity tenía una relación con Florencia de la V y me acuerdo una película de Sofía Gala que tenía más de un par de genitales o algo así. Pero no es serio esto. O sea, ¿Florencia de la V? ¿La hija de Moria Casán? No, Adrián, la televisión necesita que tomes las riendas del asunto y que transformes esta burla en una apreciación realista de este estilo de vida moderna y tan válido como cualquier otro. Te estoy proponiendo que juntos hagamos el “Gasoleros” gay. Ahora, bien, me dirás “no veo el factor dos punto cero” de la cuestión. Es cierto que si algo hay que concederle al programa de Marcelo Tinelli es que es una perfecta red social: se extiende conectando todos los programas y opiniones en la televisión pública. Pronto llegaré a la dos punto cerez del asunto. Pero antes déjame explicitar los detalles del guión de esta nueva serie, que por ahora llamaré “Family Gay” como nombre beta porque el juego de palabras me resulta hilarante. Basicamente la idea es que sea la historia, aventuras y desventuras, de una familia tipo argentina (madre ama de casa víctima del patriarcado, padre adicto al fútbol con problemas laborales, hijo mayor hippie, hija mayor chirusa y nena de doce años con problemas de esfínter que logrará sobrepasar en algún momento en que se pierda en las montañas de Bariloche y no haya baños disponibles y se enfrente a unos lobos). Bueno, es una familia tipo, porque las familias gays son así. La clave es que los tres hijos resultan ser gays. Sí, los tres. Pero lo descubren por separado, y al mismo tiempo. Es algo normal, estas cosas pasan. Si el Papa ahora admite que el uso del preservativo puede ser aceptado, ¡entonces es que los tiempos están cambiando, Adrián! Soplan vientos nuevos en tu nuca y si no te das vueltas y enfrentas los cha-cha-changes como decía Bowie, uh-oh, you rockn’rollers: ¡estás frito! Así que básicamente, tenemos a los tres chicos de la familia que descubren de a poco que son homosexuales y los padres que descubren de a poco que sus hijos resultan ser homosexuales al mismo tiempo. Pero todavía no llegamos al eje, el dilema, el tronco, el punto cardinal, el crujiente núcleo argumental: los padres también son gay. Y no lo sabían. Es así: cuando los hijos ya fueron aceptados, padre y madre comienzan a entender que también ellos son gays pero se ponen de acuerdo para ocultarlo porque si lo confiesan la gente del barrio, los malvados vecinos (entre los que debe contarse Luis Brandoni) los culparán a ellos de la sexualidad de sus hijos y llamarán a servicios sociales, como llamaban siempre en esa serie de Fox, “Los practicantes”. La serie es entonces las series de malentendidos y esforzadas maquinaciones de los padres tratando de ocultar la verdad a sus hijos y conocidos. Y claro, después los pibes tienen todas las aventuras que pueden tener los pibes de su edad, así también captamos al público infantojuvenil que gustaba de las delicias de “Frecuencia 0.4” y “Verano del ‘98”. Obvio que Mariano Martínez tiene que ser el hijo mayor y la nena gay tiene que ser gorda, pero la hermana mayor re flaca pero que al final se ayuden mutuamente a darse soporte mutológico, o psicosinético. Básicamente el Grand Finale de la temporada es que se descubre que todos en el barrio y la zona son gays por filtraciones radiactivas que alteran el comportamiento sexual y cuando el presidente está a punto de ordenar la evacuación y exterminio de toda la provincia de Buenos Aires, se descubre que el efecto es mundial y que toda la Humanidad ahora es gay y debe convivir con ello. Es un final que te abre la cabeza al medio. Ahí entra también el componente de red social, porque habla sobre como los humanos estamos interconectados y ahora dependemos los unos de los otros. También habla del amor y de la capacidad de los hombres para salir adelante y evolucionar. Así como el cromañón deja atrás la era del hielo, el nuevo humano homosexual deja atrás la era del consumismo masivo heterosexual. A mí, simplemente, me fascina la idea, y las potencialidades en el mercado nacional argentino son exuberantes. Por si fuera poco, yo creo que es un formato adaptable a una película. Estoy pensando en Shyamalan. Podemos vender los derechos, Adrián. Así que pensalo, no te cuesta nada. Es el paso atrevido y desafiante que tu productora viene necesitando. Ya hiciste cosas locas en el pasado, me acuerdo de “En el nombre de Dios” donde salvabas al mundo de Judas. Ahora podés salvarnos de nosotros mismos en las intrinsiquedades de la mente humana. Porque, ¿qué es un humano? ¿Qué es el amor? Está en cada uno descubrirlo, pero está en tus manos, Adrián, ayudarlos a que lo descubran. Bueno, eso sólo. Contáctame cualquier cosa. Mi teléfono es 4206-1080. No tengo cel. Un beso.

Con amor.

Nacho.

lunes, 23 de agosto de 2010

Retroanálisis: "Loom" - El telar, el tejedor y las ovejas

El inexperto, grisáceo y encapuchado Bobbin Threadbare es un joven huérfano de la tribu de los Tejedores. ¿Quiénes? ¡Los Tejedores! Una antigua secta de hechiceros que dedican su vida a proteger el Gran Telar, clave de todos los secretos del Universo. ¡Oooooh!

"¡El Gran Telar controla el pulóver que es tu vida!"

Sin embargo, un buen día, hartos del Telar, el muchacho y su orfandad, todos los Tejedores deciden transformarse en gansos e irse volando para nunca regresar. Ahora depende del Bobbin descubrir por qué y salvar al mundo y todas esas cosas que hacen los huérfanos en los videojuegos. Así comienza “Loom”, una de las aventuras gráficas más bizarras de LucasArts.

Si bien “Loom” es un clásico point-and-click basado en el sistema SCUMM, hay severas diferencias respecto a otros juegos similares. Para empezar, carece de comandos de acción. Esos divertidos “Hablar a… pared” o “Coger… Gobernadora Marley” son cosa del pasado. Para hacer las cosas aún más extrañas, Bobbin parece ser uno de los primeros héroes que ha logrado reprimir el enfermizo impulso de convertirse en cleptómano. Así es, leyeron bien: ¡tampoco hay inventario! Pero entonces, con un huérfano autista incapaz de Coger o robar cosas como protagonista… ¿Cómo pretende LucasArts que interactuemos con el mundo del juego?

"No puedo coger eso."

¡Muy fácil! ¡Con el Bastón Mágico de Átropos! El Bastón Mágico es la herramienta clave que los Tejedores le dejan a Bobbin antes de huir aterrorizados de él para siempre. Este aditamento tiene la peculiar característica de poder emitir encantaciones musicales como si fuera una ocarina. Pese a ser un bastón. ¿Cómo hace? ¡MAGIA!

Loco, ni siquiera tiene agujeros como una flauta el bastón este.

Con el Bastón en su poder, el jugador se embarca en un peligroso recorrido a través del Reino de los Vidrieros, el Reino de los Pastores y el Reino de los Herreros con el fin de descubrir a dónde fueron a parar los demás Tejedores.

Seleccionando un elemento en pantalla y luego cliqueando en el Bastón la combinación de cuatro notas correspondiente a determinado hechizo se logran todo tipo de resultados necesarios para el avance de la historia (se abren puertas, se vacían estanques, se reviven muertos, etcétera). Bobbin comienza sabiendo sólo tres notas y ninguna melodía. Por suerte a lo largo y ancho del mundo diversos objetos con mayor capacidad auditiva que él le enseñarán las notas musicales necesarias para invocar melodías cada vez más poderosas. Según el nivel de dificultad establecido al comienzo de la partida podremos ver la composición de los hechizos o deberemos hacer gala de nuestros dones musicales y sacarlos de oído. Una vez aprendidas suficientes fórmulas, nuestro héroe pasa de ser un verdadero don nadie a una máquina capaz de distorsionar la fibra misma de la realidad. Por ejemplo...

Metamorfoseando demencialmente a unos apacibles mamíferos...

... en verdosas abominaciones contra natura.

Claro que no todos están dispuestos a ayudar a un huérfano encapuchado con un palo musical que les lanza aleatorias musiquitas para colorearlos de verde. Peligrosos enemigos aguardan a Bobbin en cada rincón: ¡Un dragón! ¡Un obispo megalómano! ¡¡¡Los dueños de las ovejas!!!

"Ey, muchachos, ¡es ese enfermo que molesta a nuestro rebaño! ¡A darle!"

Retro-Análisis: LOOM (Lucasfilm Games, 1990, versión PC)

Gráficos: El estilo de los pixelados gráficos nos recuerda irremediablemente al primer “Monkey Island”. Sin embargo, la carencia de ítems -una peculiaridad de “Loom”- hace que sus escenarios aparezcan a veces muy vacíos. Los mapas aunque básicos son buenos (la calidad del diseño queda demostrada con ciertos niveles como la Forja). De todas formas, los gráficos tienen 20 años de edad, ¿querés que le ponga un diez? ¡Ni en pedo! Le pongo un cuatro.

Calificación: 4

Sonido: Al basar su modalidad de juego en la memorización de notas musicales, el aspecto sonoro de "Loom" es uno de los principales y está muy pulido. La música es buena, no te dan ganas de romper tu cabeza contra la pared. Los diálogos hablados son aceptables aunque Bobbin suene como el tarado que es. De más está decir que el juego perdería mucha de su gracia sin el maravilloso grito de terror de su protagonista, que tenemos el placer de oír reiteradas veces.

Calificación: 8

Argumento: Los personajes son simpáticos, aunque la corta duración de “Loom” nos deje con ganas de más. Obviando todas las estupideces y los chistes con ovejas que hice más arriba, la historia del juego es un buen cuento de hadas. Que el tono se mantenga ligero pero serio también suma. Estoy cansado de que las aventuras gráficas linden la locura estúpida. Aún así, el final es una desbarrancada, como siempre en estas cosas.

Calificación: 6

Jugabilidad: El manejo del juego es sencillo y si bien no revolucionario, en su momento la idea de hacer todo con música mágica fue muy original (o sea, no existían ni la Nintendo 64 ni las ocarinas por aquel entonces). Un buen detalle es que los hechizos (salvo un par muy trascendentales a la historia) cambian cada vez que se empieza una nueva partida. A lo sumo, lo peor que puede decirse respecto al modo de juego en sí es que es demasiado fácil. Con “Loom” los de LucasArts se la jugaron: cambiaron la fórmula y les fue para el orto. Tres años después nacería “Sam & Max: Hit the road”. Bobbin, volvé, te perdonamos.

Calificación: 7

Conclusión: Una joya del pasado. Ahora está mugrienta y perdió el brillo, pero su valor ha aumentado, emocionalmente hablando, claro. Ideal para niños de diez años no-floggers (siempre y cuando desconozcan la existencia de las Playstations, cosa cada vez más díficil en este nuestro mundo) así como pobres treintañeros nostálgicos que añoran su infancia y fans del "Monkey Island" original.

Calificación Final: 6 - aceptable jugarlo.